martes, 23 de marzo de 2010

El sueño de Luisa

Si Luisa no hubiese escuchado el rechinoso sonido de la puerta de la alcoba al abrirse, sus sueños hubieran seguido su rumbo hacia la nada...
- Luisa...
Una leve pausa hace que el silencio del lugar se vuelva más evidente
-¿Sabes qué día es hoy?
Entreabriendo un ojo Luisa observa a su madre con síntomas de extremo cansancio. Con una voz rasposa finalmente contesta:
-Supongo que martes
-Te la has pasado durmiendo toda la semana, ¿no estás cansada ya de esto?
La voz de su madre parecía hacer retumbar la tierra haciendo a Luisa reincorporarse nuevamente al mundo de los no- sueños
-Pero mamá, estoy muy cansada, de verdad
-Tienes que ir a la escuela, ya no puedo con esto. Por favor Luisa, despierta ya del sueño en el que estás
Luisa al ver el rostro tan claro y limpio de su madre viéndola con tanta preocupación al saber que su hija no quería despertar de ese sueño interminable, se levantó, y como si fuera la primera vez en muchos años la abrazó.
Ese abrazo parecía no tener fin para Luisa. Su alma se dividió y se contrajo en una milésima de su tamaño, o por lo menos, eso fue lo que ella sintió. Las lágrimas no paraban de salir de sus ojos ya cansados e inchados. Los soles y las lunas la vieron varias veces llorar, pero esta vez era diferente...pronto todo iba a terminar.
-Sabes que voy a estar aquí siempre, o no?
Luisa vió a su madre a los ojos, y por primera vez en mucho tiempo se sintió en paz.
Despertó del sueño al otro día en su cama. Nunca más lo volvió a soñar, nunca más se volvió a cansar de soñar.