Si Luisa no hubiese escuchado el rechinoso sonido de la puerta de la alcoba al abrirse, sus sueños hubieran seguido su rumbo hacia la nada...
- Luisa...
Una leve pausa hace que el silencio del lugar se vuelva más evidente
-¿Sabes qué día es hoy?
Entreabriendo un ojo Luisa observa a su madre con síntomas de extremo cansancio. Con una voz rasposa finalmente contesta:
-Supongo que martes
-Te la has pasado durmiendo toda la semana, ¿no estás cansada ya de esto?
La voz de su madre parecía hacer retumbar la tierra haciendo a Luisa reincorporarse nuevamente al mundo de los no- sueños
-Pero mamá, estoy muy cansada, de verdad
-Tienes que ir a la escuela, ya no puedo con esto. Por favor Luisa, despierta ya del sueño en el que estás
Luisa al ver el rostro tan claro y limpio de su madre viéndola con tanta preocupación al saber que su hija no quería despertar de ese sueño interminable, se levantó, y como si fuera la primera vez en muchos años la abrazó.
Ese abrazo parecía no tener fin para Luisa. Su alma se dividió y se contrajo en una milésima de su tamaño, o por lo menos, eso fue lo que ella sintió. Las lágrimas no paraban de salir de sus ojos ya cansados e inchados. Los soles y las lunas la vieron varias veces llorar, pero esta vez era diferente...pronto todo iba a terminar.
-Sabes que voy a estar aquí siempre, o no?
Luisa vió a su madre a los ojos, y por primera vez en mucho tiempo se sintió en paz.
Despertó del sueño al otro día en su cama. Nunca más lo volvió a soñar, nunca más se volvió a cansar de soñar.
- Luisa...
Una leve pausa hace que el silencio del lugar se vuelva más evidente
-¿Sabes qué día es hoy?
Entreabriendo un ojo Luisa observa a su madre con síntomas de extremo cansancio. Con una voz rasposa finalmente contesta:
-Supongo que martes
-Te la has pasado durmiendo toda la semana, ¿no estás cansada ya de esto?
La voz de su madre parecía hacer retumbar la tierra haciendo a Luisa reincorporarse nuevamente al mundo de los no- sueños
-Pero mamá, estoy muy cansada, de verdad
-Tienes que ir a la escuela, ya no puedo con esto. Por favor Luisa, despierta ya del sueño en el que estás
Luisa al ver el rostro tan claro y limpio de su madre viéndola con tanta preocupación al saber que su hija no quería despertar de ese sueño interminable, se levantó, y como si fuera la primera vez en muchos años la abrazó.
Ese abrazo parecía no tener fin para Luisa. Su alma se dividió y se contrajo en una milésima de su tamaño, o por lo menos, eso fue lo que ella sintió. Las lágrimas no paraban de salir de sus ojos ya cansados e inchados. Los soles y las lunas la vieron varias veces llorar, pero esta vez era diferente...pronto todo iba a terminar.
-Sabes que voy a estar aquí siempre, o no?
Luisa vió a su madre a los ojos, y por primera vez en mucho tiempo se sintió en paz.
Despertó del sueño al otro día en su cama. Nunca más lo volvió a soñar, nunca más se volvió a cansar de soñar.